martes, 31 de enero de 2012

El alma

En el hombre existe una dimensión evidentemente no material, que da a su ser una condición no reductible a lo material, que la filosofía y la religión denominan espiritualidad. En particular ante el fenómeno de la muerte, aparece claro que existe una diferenciación entre lo físico y lo espiritual.
La ciencia enseña cuál es la constitución material del ser humano, a partir de su composición química conformada por los átomos de los distintos elementos, su combinación en moléculas, su integración en células su diferenciación en tejidos. La fisiología expone la dinámica de los procesos vitales; aunque en definitiva no haya logrado establecer precisamente en qué consiste en sí mismo el fenómeno llamado vida. Extinguida la vida por la muerte, la ciencia ha permitido conocer incluso los procesos por los cuales el cuerpo material desintegra sus componentes, y de acuerdo con la Ley de Lavoisier seguramente sus sustancias materiales se transforman en otras.
Pero a todos parece evidente que, mucho más que su cuerpo fisicamente considerado - cuya integración material, incluso, es sabido que es cambiante y se renueva en forma casi total durante su existencia - la identidad propia del hombre resulta de ciertas dimensiones no materiales, psíquicas, morales, culturales, afectivas; algunas de las cuales también suelen ser cambiantes a lo largo de su vida, pero que de todos modos conforman una unidad esencial de su ser, que mantiene su propia identidad a pesar de esos cambios.
Cada ser humano conforma una totalidad individual y propia, que permanece idéntica a sí misma durante toda su vida, no obstante todos los cambios que puedan afectarle en todos los órdenes.
El reconocimiento de esa dimensión no material del ser humano, ha llevado a sustentar la concepción de la existencia del alma, no solamente en su enfoque religioso sino también desde el punto de vista filosófico; al punto de que han existido y existen muchas concepciones para la cuales el hombre es principalmente su espíritu y que su cuerpo es un mero instrumento de él.

Una vez admitida la existencia del alma, surgen de inmediato las cuestiones relativas a cuál es su naturaleza y cuáles sus relaciones con el cuerpo.
Indudablemente, todas las cuestiones referentes al ser y a la naturaleza y relaciones del alma, son cuestiones esencialmente filosóficas, en la medida en que su propio planteo tiene su origen en la reflexión intelectual. Admitido que lo que caracteriza al hombre en su esencialidad es su trascendencia respecto de lo meramente físico - su reflexividad, su voluntad, su libertad, su moralidad, capaz de haber producido entre otras muchas, realidades abstractas como lo son el arte, la política, la religión, el lenguaje - todo lo que en definitiva constituye su espiritualidad; necesariamente ha de asignarse al alma humana una naturaleza espiritual, ajena a la materialidad del hombre mismo, una forma de vida interior que opera subjetivamente en cada individuo a lo largo de toda su existencia.
Percibido el problema del alma como una de las principales cuestiones filosóficas desde la remota antigüedad, han sido expuestas a su respecto numerosas concepciones.
Existen dos posturas generales básicas en torno a la cuestión del alma; aquella que la considera un ser único e individual - y por lo tanto propia y exclusiva de cada persona, por lo cual la unión del alma y el cuerpo es de índole sustancial; y aquella que le atribuye una existencia trascendente y eterna, por lo cual es anterior a la existencia del cuerpo - con el cual su unión es accidental.
Naturalmente, se trata asimismo de un tema fuertemente ligado a las concepciones religiosas; por lo cual, dentro de la cultura occidental, está intensamente comprendido en las doctrinas religiosas y también filosóficas del cristianismo; a pesar de que en realidad es anterior a él.
Platón desarrolló la primer concepción estructurada acerca de las cuestiones del alma, que haya llegado hasta nosotros. Sustentó que el cuerpo humano es una realidad siempre extraña al alma, con el cual ella tiene una unión accidental. Unión que constituye para el alma una limitante de su desenvolvimiento, por lo cual ella debe domeñar al cuerpo, tratando de gobernarlo adecuadamente, como el jinete a su cabalgadura. El ser propio del hombre es su alma, que necesita y utiliza el cuerpo; pero que en definitiva habrá de liberarse de él para poder realizarse plenamente.
Aristóteles sostuvo la concepción sustancial de la unión del cuerpo y el alma, como una única sustancia verdaderamente existente que es el hombre.
Sus concepciones influyeron decisivamente en los principales filósofos cristianos, especialmente Santo Tomás de Aquino y Renato Descartes; cuya doctrina ha sustentado terminantemente el concepto de la inmortalidad individual del alma humana. Para ellos, el alma es la verdadera sustancia; que si bien es incompleta en cuanto necesita del cuerpo para concretar sus potencialidades, se proyecta por sobre el cuerpo en sus actividades espirituales.
La expresión persona rememora el nombre dado a las máscaras que en el teatro griego se colocaban los actores para “personificar” a los “personajes” de las tragedias; y que por lo tanto exterioriza no solamente su aspecto físico sino también las características íntimas de cada personaje. El hombre como persona, tiene esencialmente una naturaleza racional. Es el componente espiritual - llámesele alma y téngase de ella la concepción que se tenga - lo que realmente hace de cada persona humana un individuo; en el sentido de un ser propio, distinto y subjetivamente único a lo largo del tiempo y de las variaciones de sus elementos vitales, tanto los materiales como los incorporales.

2 comentarios:

  1. mas que una materia es una forma de conocer .... todo lo que somos .... y sobre todo la forma de acutar segun los valores que la sociedad nos da
    un exelente trabajo

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  2. es un buen trabajo, porque nos enseña sobre todo lo que es el ser humano, los valores que tenemos, y como debe ser nuestro comportamiento

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