martes, 31 de enero de 2012

La conciencia

El término no es empleado en este punto en su sentido de percepción del ser de sí mismo y de la circunstancia de que es en la propia mente que ocurren diversos procesos abstractos; sino con una connotación predominantemente ética, con referencia a la función particular que existe en el hombre, de auto-evaluar su propio ser y su propio comportamiento, en el alcance a que se alude frecuentemente designándola como conciencia moral.
Se trata, sin duda, de una actividad interior del individuo, que puede tener mayor o menor intensidad generalmente en relación al grado de desarrollo cultural de cada sujeto, pero que en alguna medida existe siempre.
La conciencia reflexiva constituye, por una parte, una derivación de la capacidad humana de raciocinio, y es por tanto una manifestación de la inteligencia, consistente en retornar a aplica la capacidad racional esencialmente en forma retrospectiva.
Filósofos modernos, como Spinoza y Schopenhauer, han señalado acentuadamente el carácter de la conciencia de conformar un referente hacia el pasado. Descartes aludía al remordimiento como “un recuerdo triste” emanado de la duda acerca de si la conducta que se ha ejecutado ha sido correcta o no; agregando de que no haber existido duda de que era malo se habría abstenido de ejecutarlo, o de no haberlo percibido así pero tener ahora certeza, existiría arrepentimiento.
Tanto Sócrates como Aristóteles señalaron la conexión moral de la conciencia; el primero considerando que formaba parte del “demonio” que interviene en la existencia humana, el segundo señalándolo como expresión del sentido moral.
Se han realizado algunas distinticiones acerca de la conciencia:
·         Desde el punto de vista de su origen, se ha hablado de una conciencia innata (de fuente divina) y de una conciencia adquirida, basada en los valores provenientes de fuentes humanas, como originadoras de los conceptos morales contrastados por la conciencia con la propia conducta.
·         Desde el punto de vista de los principios y valores morales; se distingue una conciencia pseudomoral o egoísta basada en el eudemonismo individual; y una conciencia auténtica que se atiene a principios éticos de validez objetiva y universal.

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